24 jun 2011

De relojes y espejos.

No se puede confiar en el tiempo. Y ahora me voy a explicar: si metiste, digamos, un cronómetro, en el bolsillo, y durante todo ese tiempo, sea cual sea, contemplás a la mujer más hermosa que hayas visto, y el cronómetro marca que pasaron 5 segundos hasta que lo volviste a ver, decime... ¿Podés confiar en eso? El tiempo siempre se pasa distinto de lo que en realidad fue, la época de clases se hace larga y ardua, el verano y las vacaciones se hacen cortas y efímeras.
No se puede, tampoco, confiar en los espejos. Uno, siempre, pero siempre, confió en ellos. Al salir de bañarse; antes de una fiesta; en la mañana, pero... ¿Cómo podemos saber que no nos está mintiendo?
Uno al verse al espejo cree verse a sí mismo, cree ver su reflejo y cree verse tal cual es, ya que, claro está, uno no se puede ver a sí mismo, y no le queda otra que confiar en los espejos. Pero no te dejes engañar, hay espejos en el mundo que lo único que quieren es engañarte y hacerte creer cosas.
A esta altura pensarás que estoy loco, y que creo que es una conspiración de objetos inanimados, pero todavía no terminé.
Solo se puede confiar, de vez en cuando y depende quien, en las personas. Hay personas quienes no te van a mentir, no te van a engañar, no te van a hacer creer cosas que no son ciertas.
¡Pero tené mucho cuidado! Hay personas que andan sueltas por ahí que son relojes, que son espejos, que no dudarán en intentar cambiarte la realidad, y son tan hábiles, son capaces de cegar casi por completo, son una benda, son una luz que te harán cerrar los ojos y te harán creer lo que ellos quieran.

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