4 jun 2011

¿A dónde pertenecemos?

Vos sabés, tan bien como yo, que es inútil pertenecer donde hay que seguir la corriente. Vos ya tenés entendido que suena ilógico el hecho de pertenecer donde caminemos en una típica y aburrida fila, y digamos lo que los demás piensan, y que pensemos lo que los demás dicen.
Vos tenés en claro que no tiene sentido pertenecer donde nos den una cura si eso consiste en que te envenenen. Y no creo que encajemos en el cuadrado perfecto que ellos pretenden formar.
Aunque al mismo tiempo, es inútil que nos corramos a un lado, siempre alguien querrá tirarnos abajo y desparramarnos.
Suena ilógico también, que caminemos hacia el lado contrario de la fila (porque también sabes, como yo, que chocaremos al inmediato instante).
Tenés en claro que no tiene mucho sentido estar a la intemperie sin ninguna cura.
Y no creo que haya algún otro espacio accesible además de un cuadrado perfecto.

Entonces, ¿a dónde pertenecemos?

Pertenecemos a un lugar donde la corriente nos lleve a su son lánguido. A un lugar donde tiene sentido caminar en fila, pero agarrados de la mano.
A un lugar donde el veneno sea necesario, para saber que nada es perfecto.
A un lugar donde no hay cuadrados, ni formas, ni existencias metódicas.
A un lugar donde, pese a que pensemos lo que pensemos y digamos lo que digamos, valga la pena entender y escuchar.
No conozco ese sitio, pero cualquier lugar donde vos y yo estemos juntos, me basta.

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