15 may 2011

Te odio París.

Me resultaba tan hermoso figurarnos caminando, de la mano, por alguna calle de París. Tan surrealista, pero, ah tan vívido! Hasta podría imaginarme, como si fuese alguna película, la cámara detrás nuestro, siguiendo nuestro paso, pasando por el empedrado de la calle.
Y a nuestro lado pasa gente, con sus historias, sus problemas, sus amores y sus líos. Pasamos por algún canal en el cual se posa un pintor que a través de su obra refleja la hermosura del lago. Nos subimos a un tren cuyo destino no conocemos, pero nos lleva la mera curiosidad de conocer. Tras un viaje silencioso en el cual no hacemos más que mirar por la ventana, bajamos y a la salida de la estación nos detenemos a observar a un hombre tocando el acordeón, alguna loca y melancólica melodía, a una mujer vendiendo algunos perfumes artesanales y un señor amasando pan caliente. Caminamos, nos detenemos, reímos, nos miramos, nos besamos y nos volvemos a mirar. Y al volver a caminar nos planteamos por qué todo nos resulta tan hermoso por el simple hecho de estar en París. LLegamos a la conclusión de que todo nos resulta tan hermoso por el simple hecho de estar juntos.
~Odio mi romántica y estúpida imaginación.~

No hay comentarios:

Publicar un comentario